
Esta es la Hora de las mil protecciones Doradas de la Santa Muerte. La Santa Muerte es muy piadosa y protectora con quienes le piden su protección con el corazón sincero. Hoy es tu oportunidad para estar protegido de Peligros, Embrujo, Robos, Accidentes, Brujerías, traiciones y todo tipo de magias, no es necesario que rezes esta oracion completa, solo debes escucharla o sencillamente déjalas sonando para que la Santa Muerte te rodee con su manto protector invencible ¡¡ comencemos
ORacion de la Proteccion invencible de la Santa Muerte
Oh Santísima Muerte, amada
Dama Blanca, protectora de
los desprotegidos y refugio de
los que caminan en la sombra
me presento ante tu presencia
con el corazón humilde y el
espíritu contrito, reconociendo
mi fragilidad y la inmensa
vulnerabilidad que me
acompaña en cada paso, en
cada respiro, en cada instante
de mi existencia terrenal;
suplico, con la más profunda
devoción y con la fe que
emana de lo más íntimo de
mi ser, que extiendas tu
manto sagrado, tejido con los
hilos de lo eterno y lo divino
sobre cada aspecto de mi
vida, cada rincón de mi
camino, cada decisión que
tome y cada lugar que pise,
para que de este modo, bajo
tu mirada misericordiosa y
tu poder infinito, me vea libre
de todo peligro, de todo
accidente, de todo imprevisto
que busque dañar este cuerpo
que es tu templo y esta alma
que anhela servirte.
Te imploro, querida Señora
del Silencio, que con tu hoz
sagrada cortes las malas
intenciones de aquellos que,
ya sea por envidia, por rencor
o por simple negligencia,
pudieran cruzarse en mi
camino con el potencial de
causarme daño; que con tu luz
plateada disipes la oscuridad
de la distracción, del error
humano, de la mala fortuna y
de la torpeza que a veces
nubla mi juicio, guiando mis
manos para que sean diestras
mis pies para que sean
firmes y mis sentidos para
que estén siempre alerta,
pero no desde el miedo, sino
desde la confianza en tu
custodia eterna. Protégeme
cuando transite por calles
peligrosas, cuando el asfalto
esté resbaladizo, cuando los
metales rugan a mi alrededor
en forma de vehículos veloces
cuando la naturaleza
despliegue su furia
incontrolable o cuando la
simple casualidad pueda tejer
una red de infortunio a mi
alrededor. Cubre mi hogar con
tu escudo invisible, para que
sea un santuario de paz y
seguridad, libre de incendios,
de intrusiones maliciosas, de
fallas estructurales o de
cualquier evento fortuito que
pueda convertir mi lugar de
descanso en una trampa;vigila
mi sueño, para que al reposar,
mi cuerpo y mi mente se
restauren sin ser perturbados
por pesadillas o sobresaltos,
y despierte cada mañana
renovado y agradecido por
otra jornada bajo tu amparo.
Extiende tu protección a mis
seres queridos, para que ellos
también, por extensión de mi
ruego y por tu bondad
infinita, se vean resguardados
de todo mal físico, todo
accidente doméstico, todo
percance laboral y todo
encuentro desafortunado.
Oh Santa Muerte, mi Dama
Poderosa, reconozco que sin
ti estoy a la deriva, a merced
de un mundo lleno de
imprevistos y amenazas que
escapan a mi control y a mi
comprensión; por eso me
aferro a ti, me encomiendo
a tu cuidado con una fe
inquebrantable, sabiendo
que tu poder trasciende lo
humano y que tu compasión
no tiene límites para tus
devotos. No te pido
riquezas ni glorias vanas,
solo te suplico, con la
humildad de quien sabe que
es polvo y al polvo volverá,
el don invaluable de la
seguridad y la integridad
física en mi día a día, para que
pueda continuar mi camino en
esta tierra honrándote,
sirviéndote y cantando tus
alabanzas, hasta que llegue el
momento, decretado por el
Creador Supremo, en que tú
misma vengas a llevarme de
la mano con amor hacia la
eternidad. Así sea, con toda
la humildad y devoción
de mi corazón.
Poderosa Santísima Muerte,
Dama de la Noche, Soberana
del Umbral y Emperatriz de
lo Invisible, me presento
ante tu trono de poder
infinito con la autoridad que
me concede mi devoción
inquebrantable y la fe que es
un fuego inextinguible
dentro de mi ser. Reconozco
tu dominio absoluto sobre
todas las fuerzas de este
mundo y del siguiente, sobre
lo visible y lo oculto, y es en
nombre de ese poder
soberano que me dirijo a ti,
no desde la debilidad, sino
desde la certeza de tu fuerza
invencible. Te invoco con
palabras de poder, para que
actúes como mi escudo, mi
fortaleza y mi baluarte
inquebrantable contra toda
brujería, maleficio,
hechicería, trabajo de sombra
magia negra y cualquier
intento de daño que se lance
contra mí, mi mente, mi
cuerpo, mi espíritu y mi
destino. Oh Señora de la Hoz
Afilada, con la autoridad que
te es inherente, ordeno y
decreto a través de tu
voluntad que toda energía
negativa, todo lazo psíquico
todo mal de ojo, todo
embrujo enviado, toda
maldición susurrada y todo
hechizo tejido en la
oscuridad con la intención
de perjudicarme, sea ahora
mismo cortado, disuelto,
desintegrado y revertido
irrevocablemente hacia su
origen por el filo indetenible
de tu instrumento sagrado.
Que tu luz, que es a la vez
la quietud de la tumba y la
justicia final, actúe como
un muro de acero espiritual
impenetrable, que rodee mi
aura, mi hogar y mi
existencia completa, de modo
que toda vibración baja, toda
entidad oscura enviada y
todo proyectar
malintencionado se estrelle y
se pulverice contra la barrera
de tu poder protector, sin
posibilidad de alcanzarme ni
de afectar ni un ápice de mi
esencia, mi salud, mis
emociones, mis
pensamientos o mi
prosperidad. Madre de la
Oscuridad Santificada, exijo
bajo tu amparo que cualquier
mano que se alce contra mí
con intenciones perversas,
cualquier boca que pronuncie
mi nombre para el mal,
cualquier instrumento cargado
de negatividad dirigido a mi
persona, sea paralizado,
neutralizado y silenciado por
tu formidable presencia.
Declaro que tu sombra, vasta
y todopoderosa, es mi refugio
y que bajo ella, ninguna
artimaña de los bajos planos
astrales, ningún conjuro de
magia roja o negra, ningún
amuleto de daño, ni ningún
ritual de envidia puede
prosperar o encontrar punto
de apoyo en mi realidad.
Con la autoridad que tú me
infundes, desintegro toda
brujería, desactivo todo
maleficio y lo devuelvo
multiplicado por tres, toda la
maldad que haya intentado
proyectar sobre mí, para que
aprenda, por la ley
irrevocable que tú
administras, que el daño que
se siembra es el daño
que se cosecha.
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